Antonio Hernandez.

Paco Cantero vive en el luminoso sur, pero sabe que la luz tiene su sombra aterida en un costado de su imperio. Y sabe que precisamente en el costado es donde está el dolor. Viendo sus penitentes, sus calles solitarias, sus ancianos, sus monjas o sus árboles fantasmales desamparados conocemos que Paco se apunta al alma de las cosas.

Y que las cosas traspasan su frontera de oquedad resplandeciendo de su ser oscuro. A estas alturas de la historia de la plástica, un pintor es su oficio, su precisión, pero también su brujería. Y en Paco Cantero el vuelo tiene una escoba con la que va limpiando el aire y repoblándolo con estremecimiento. El sueño de la razón - ya es sabido - engendra monstruos, parto que en Arte, es, más que alumbramiento, iluminación que nos enseña a mirar la cara oculta de las cosas.

Este pintor lo sabe y nos ofrece sus seres a la intemperie, desnudos. Pero milagrosamente, arropados con el mejor tejido: la ternura.


Antonio Hernandez – Poeta